la semilla está dominada por un sueño y, entonces… se mueve. Lo mismo es el camino para el hombre. Es arduo y requerirá mucho Valor.

La semilla no puede saber lo que va a pasar, nunca ha conocido a la flor y ni siquiera puede creer que contiene el potencial, de transformarse en algo semejante, en una hermosa flor.

El viaje es largo y siempre resulta más seguro no emprenderlo, porque el camino es desconocido, nada está garantizado.  Mil y uno son los riesgos del trayecto, muchas son las trampas; y la semilla está segura, escondida dentro de su dura coraza.

Pero la semilla lo intenta, hace un esfuerzo: se deshace, de la protectora cáscara, que es su seguridad y empieza a moverse.  Inmediatamente comienza la batalla: la lucha contra el suelo, las piedras, las rocas.  La semilla era muy dura, pero el brote será muy muy blando y los peligros serán muchos.

No había peligro para la semilla, hubiera podido sobrevivir durante milenios.  Sin embargo para el brote existen innumerables peligros: brota hacia lo desconocido, hacia el sol, hacia la fuente de luz, sin saber dónde, sin saber por qué.

La cruz que ha der transportada es grande, pero la semilla está dominada por un sueño y, entonces… se mueve.

Lo mismo es el camino para el hombre.  Es arduo y requerirá mucho Valor.

El Juego Trascendental del zen

OSHO

para más información www.osho.com

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