Tomar a la Madre
Dos personas o en visualización
El que decide empezar dice:
Tú eres Yo y Yo soy mi Madre en toda su grandeza
Se ponen el uno enfrente del otro a unos dos metros de distancia.
En silencio se dejan mover.
Después, al terminar, el representante del hijo, muy centrado, le dice en una o dos frases lo que ha sentido. (Feedback).
El representante de la madre no habla.
Se recogen unos minutos y vuelven a empezar cambiando los papeles, esta vez tú te representas a ti mismo y el otro hace de tu madre.
Es entonces, luego del feedback que te ha dado tu compañero, y de lo que tú has sentido cuando representabas a tu madre, que puedes tomar nuevas decisiones:
Si el hijo se siente bloqueado o más grande que su madre o que va muy rápidamente hacia su madre, deberá ponerse de rodillas, con la cabeza en el suelo, incluso quizás tumbado bocabajo, hasta poder acercarse y abrazarla.
Si se produce el abrazo, y la cabeza del hijo se recuesta en el hombro derecho, de la madre, (este hombro es el de los iguales), prueba de cambiar y apoyar tu cabeza en su hombro izquierdo) y vuelve a honrar y a agradecer.
Es mejor que este ejercicio sea corto, 10 minutos, no más.
La interrupción dinamizará esta relación. y se puede retomar dejando pasar un mínimo de diez días.
También es muy recomendable hacer seguidos los dos ejercicios, tomar a la madre y tomar al padre.
Es un ejercicio potente e importante.
Tomar a la madre es un proceso largo de purificación, supone mucha renuncia del ego y es el punto de partida del desarrollo espiritual.
Es muy útil repetir este ejercicio a menudo, dando cada vez nuevos pasos.
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